
La función de las encuestas de opinión pública es servir de insumo para la toma de decisiones, esto es cierto tambien para el caso particular de las encuestas electorales. No obstante, y particularmente para el último caso ha devenido en instrumentos de propaganda y de información dirigida para tratar de crear climas de opinión favorables a un candidato.
Esta técnica es cada vez más usada y a la vez cuestionada pero nadie puede negar la utilidad de estos instrumentos como guía para la elaboración estratégica de una campaña electoral, sobre todo a partir del crecimiento de los distritos electorales, la atomización del pensamiento político y del alejamiento de los políticos del contacto con el elector.
En una democracia representativa, los candidatos y los cargos políticos son elegidos para expresar las opiniones de la gente que representan. La mejor manera de averiguarlas es mediante un sistema fiable que mida la opinión pública, es decir, una encuesta.
Sin embargo, como bien lo expresa Hanna Arendt, una democracia verdaderamente participativa supone la existencia de grupos de opinión pública que se expresen más allá de las encuestas y de los partidos políticos y que, en consecuencia, permiten una comunicación más directa entre gobernantes y gobernados, entre los políticos y la opinión pública.
También es importante advertir que la lectura e interpretación de los resultados de las encuestas políticas parece diferir dependiendo de quien las realice, interprete o del medio que las publique.
Es significativo tener en claro que los sondeos de opinión constituyen una manera de expresión y de medición cuantitativa de opiniones para un tiempo determinado: HOY, sobre la base de un universo establecido según el tema y una muestra lo más representativa de dicho universo. “Por lo tanto constituyen una fotografía o escena dentro de esa gran película que constituye la realidad y que es muy difícil de captar en su totalidad.” Por lo tanto miden opinión en el momento que ellas se realizan y bajo el clima en que se realizan, no constituyen un instrumento total de predicción y su valor no debe ser considerado con un “fatalismo” que lleve a prescindir de las campañas políticas.
El manejo de las encuestas deriva precisamente de la percepción, tanto de la clase política como de los medios de comunicación que las divulgan, del poder que ellas tendrían en los procesos electorales. De ahí que la tendencia mundial sea abusar del instrumento, utilizándolo para fines electorales. En la actualidad, existe un abuso tanto en la forma de realizar encuestas como en su divulgación. Como las encuestas no son analizadas, interpretadas ni aún divulgadas correctamente- porque muchas veces se ignoran sus limitaciones metodológicas- se tiende a considerarlas como "la verdad" política.